Tres direcciones que definen el espacio cartesiano, tres interrogantes que se preguntan qué, cuándo y cómo. El arquero Zen dispara cuando tiene la certeza de que va a dar en el centro de la diana.
Así, cada escultura debería de responder, al menos a una pregunta. Corresponde a cada uno descubrir sus propias preguntas y encontrar las respuestas que le devuelvan a la mirada tanta curiosidad.